Me llamo Laura y tengo treinta y ocho años, hace año y medio
que estoy divorciada, y desde entonces vivo sola en un apartamento.
Hace unos meses, había quedado para comer, al salir del
estudio de arquitectura en donde trabajo, con mi amiga Ana. Hacía tiempo que no
podíamos quedar, porque en los últimos días teníamos más trabajo, al entrar
nuevas promociones de pisos.
Nos encontramos en el restaurante, nos sentamos y pedimos,
hablamos de diferentes temas, Ana es administrativa y nos conocemos desde el
colegio, ella se divorció hace más de tres años y ha tenido alguna relación,
pero no le ha durado mucho tiempo, y las últimas veces que nos habíamos visto,
me había comentado que llamaba a una agencia de acompañantes, que le había recomendado
una compañera de trabajo. Me dijo que en esta agencia eran muy serios, que ella
había quedado con varios hombres, y lo pasaba muy bien.
Yo desde que me divorcié y algunos meses antes, aún estando
casada, no había tenido relación con ningún hombre. Ana, como nos contamos
todas las cosas íntimas de las dos, estaba al tanto de esto, y me insistió a
que llamara a esta agencia, y quedara un día con un chico para probar, que
estaba segura que no me defraudarían, me dio una tarjeta con el nombre y el número
de teléfono de la agencia, yo le dije que lo pensaría, pues no sabía si estaba
preparada para tener una cita de éstas. Acabamos de comer y nos despedimos.
A los dos días de la cita con mi amiga, buscando el
pintalabios en el bolso, encontré la tarjeta de la agencia que me había dado,
que la verdad no me acordaba ni había pensado en ella, era media mañana y salía
a desayunar, como por inercia y sin
mucha convicción, cogí el teléfono y
llamé, me contestó una chica muy amable, y quedé que viniera un chico a mi casa
el viernes, a las ocho de la tarde, al colgar me quedé pensando ¡qué había
hecho!, pero en ese momento me llamaron los compañeros para salir, y lo dejé
para más tarde.
Por la tarde de ese jueves estuve bastante atareada en el
trabajo, y no pude pensar en la cita del día siguiente. Al llegar a casa pensé
si realmente tenía ganas de estar con un chico de éstos, o lo hacía simplemente
para quedar bien con mi amiga Ana. No me lo podía quitar de la cabeza, y me iba
notando más excitada, entonces decidí darme un baño, llené la bañera de agua,
me desnudé y me miré al espejo, según mi opinión estaba muy bien, tenía unos pechos grandes y
bonitos, un culo y piernas perfectos, al mirarme de frente, me di cuenta, que
hacía tiempo que no me arreglaba el vello púbico, alrededor de mi sexo y el
monte de Venus. Me metí en la bañera, me froté bien todo el cuerpo con agua y
gel, me puse crema en la entrepierna, y con la maquinilla de afeitar, empecé a
cortar por los laterales, al mover la mano rocé el clítoris, y noté que lo
tenía muy hinchado y que al separar los labios, me salieron unas gotitas de
flujo de mi vagina, en ese momento empecé a pensar en la cita, y mientras me
afeitaba, me iba excitando más.
En eso que me vino una idea, porque no me afeitaba toda la
zona del sexo, no lo había hecho nunca pero me apetecía tener una sensación
distinta, me fui rasurando todo el vello, y este hecho me estaba poniendo muy
caliente, al acabar me pasé agua y tuve que pararme en el clítoris, pues al
rozarlo me daba mucho gusto, seguí masturbándome con el dedo, y con la otra
mano me metí en el coño el mango de la maquinilla, moviéndolo, adentro y
afuera, no podía parar, estaba excitadísima, necesitaba algo más grande para
meterme, me acaricié toda la zona afeitada y me dio una sensación nueva que me
hizo estremecer, me metí los cuatro dedos de la mano en la vagina, metiéndolos
y sacándolos, al poco rato ya metía toda la mano, tenía el clítoris hinchado
como nunca, seguía acariciándolo y follándome con la otra mano, empecé a gemir
de placer, tenía una sensación de gusto inmensa, y a los pocos minutos me vino
un orgasmo sensacional, cerré los ojos, apreté los dientes, y entre
convulsiones de mi pelvis, no pude evitarlo y me meé, saliéndome varios
chorros, estuve disfrutando mucho tiempo de la tremenda corrida, hasta que me
fui tranquilizando y me quedé un tiempo dormida.
Me desperté ya con el agua casi fría, cené y me fui a la
cama, pasé una noche tremenda de sueños eróticos, hombres follándome sin parar,
teniendo un orgasmo tras otro, al despertarme estaba excitadísima, me toqué el
sexo y estaba toda mojada, no seguí acariciándome porque seguramente hubiera
acabado como la noche anterior en la bañera, me duché, desayuné y me fui al
trabajo.
En el trabajo durante toda la mañana, tenía una sensación de
ansiedad, de calor en todo el cuerpo, y hasta se me notaba en la cara
enrojecida más de lo normal, fui varias
veces al lavabo a refrescarme y al tocarme abajo tenía todo el tanga mojado.
Suerte que el viernes salimos a las tres de la tarde, y no tuve que comer con
ningún compañero del estudio. Llegué a casa, comí una ensalada y fruta, no me
entraba nada más, seguía excitadísima y tremendamente caliente, me di una
ducha, al pasarme la mano por las tetas noté que tenía los pezones tiesos y
duros, y cuando con el gel lavé mi sexo, creo que tenía el clítoris aún más
hinchado que la noche anterior, sólo tocarlo ya sentía ganas de hacerlo, me
lavé bien entre los labios, y
seguramente si hubiera seguido tocándome, me hubiera corrido en poco tiempo,
pero ya eran más de las seis, y tenía que vestirme y preparar algunas cosas.
Me puse un sujetador y tanga lilas, medias y liguero negros,
blusa de color crema que combinaba muy bien con mi pelo castaño y minifalda
negra con cinturón y zapatos de tacón alto, me pinté ligeramente ojos y labios.
En la cocina preparé canapés y unas bebidas.
Se iba acercando la hora de la cita y volvía a estar
completamente mojada, sobre todo la zona afeitada alrededor de mi sexo, la
tenía mucho más sensible y caliente.
Continuara.
Col·laboració de Nerus
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